Decía Piaget que los niños y niñas, hasta los 11 años aproximadamente, no desarrollan el pensamiento complejo y abstracto tal y como, posteriormente, pensamos los adultos. Es cierto que, a partir de los 7 añitos, comienzan a comprender de forma más compleja lo que les ocurre, siempre y cuando la información sea cercana a su realidad, clara y objetiva.
¿Qué tiene que ver Piaget con los cuentos? Pues mucho, porque nos ayuda a entender la función que tienen en el imaginario psicológico de los niños y en nuestra cultura.
Cuando unos padres se separan, nace una hermanita, perdemos a un ser querido, enfermamos… la vida está llena de momentos que nos cuesta trabajo gestionar y que suponen que invirtamos mucha energía en entender lo que nos está ocurriendo y cómo sentirnos mejor. Si muchas veces nos cuesta a los adultos, imaginaros cuánto les puede costar a los niños cuando, además, su increíble cerebro está en desarrollo, pero les cuesta gestionar ideas tan complejas como pérdida, ruptura sentimental, despedida, ser diferente… ellos sienten con mucha intensidad lo que están viviendo, pero hay veces, muchas veces, que no lo entienden o pueden gestionarlo.
Y aquí entra el efecto mágico y transformador de los libros con valores.
¿Qué ocurre cuando un “peque” lee o le leen un cuento?
1- Pone palabras a lo que está sintiendo y le ayuda a comprenderlo a través de lo que le ocurre a sus personajes, así reduce su estrés emocional porque piensa “¡Eso también me pasa a mí!” (y siente internamente “uf, menos mal”)
2- Descubre las diferentes formas en las que puede actuar para resolver la situación que le inquieta e incluso lo que pasa después de resolverlo, “Hay un final”, “esto puede acabar”, “dejaré de sentirme así”.
3- Le ayuda a expresar lo que siente con las personas más cercanas: un profesor, sus padres, abuelos… Y a nosotros nos ayuda a comprenderlo y poder ayudarlo o, simplemente, estar cerquita y darle mucho cariño, “¿papá, sabes que a mi me pasa lo mismo que a ese niño?”
4- Y siempre puede elaborar su propio final, imaginarse diferentes alternativas, crear cuentos nuevos a partir del que lee, adaptándolo a lo que le ocurre. Así expresa su mundo interior y lo elabora.
Porque los cuentos sanan, transforman, dan oportunidades, tranquilizan, generan mundos nuevos y cierran antiguos. Son una herramienta fundamental para abrir una vía de ayuda, cercanía y comprensión a padres, docentes y terapeutas que, lejos del mundo adulto, queremos hablar el mismo lenguaje que los niños, fundirnos con su mirada y viajar adonde ellos quieran ir. Incluso pueden convertirse en manuales de autoayuda cuando nosotros no estamos.
Por eso hay cuentos que transforman una vida. Páginas que dan alas a corazones que no quieren silencio.
Presidenta de Rumbos. REE. Directora de Máster de Educación Emocional e Inteligencias Múltiples de la UPO. Presidenta de la Asociación Española de Educación Emocional, ASEDEM.