A día de hoy y con las nuevas tecnologías que nos rodean, perdemos mucho el tiempo dedicado a ellas, es verdad que nos son útiles, y además resultan una herramienta importante, pero hay que saber cuándo desconectar, y hacerlo para socializarnos, para hablar con los nuestros, con nuestros padres, con nuestros abuelos.
Aquellos abuelos que lo han dado todo por nosotros, sus nietos, y que siempre estaban a nuestro lado en los buenos momentos y en los no tan buenos; siempre con una sonrisa para nosotros, y siempre llenos de buenas acciones, esas acciones que dejan huella, dejan sabiduría, dejan respeto hacia los demás. ¿Y sabes qué pasa cuando ya no están a tu lado?… Pues que entonces es cuando nos damos cuenta de que no les hicimos caso, de que estuvimos demasiado rato con el móvil, porque lo que nos estaban diciéndonos nos interesaba.
¡No echemos a perder el tiempo y disfrutemos de nuestros abuelos! Escuchémoslos, salgamos a pasear con ellos, disfrutemos de sus «batallitas», de sus picardías, sus dichos, su sabiduría y sus dones. Disfrutemos de ellos porque un día no estarán y les echaremos muy en falta, y solo nos quedará de ellos los buenos y bonitos recuerdos a su lado.
Por eso, hoy yo rindo homenaje a mis abuelos, y en especial a mi abuelo Joselín, pues gracias a él y aquella maravillosa aventura que emprendimos mis primos, mi hermana y yo, mi cuento infantil ha cobrado vida, y con él, JOSELINA, a través de la cual quiero mandar un mensaje a los peques de la casa: «Debemos valorar el cuidado y respeto por la naturaleza, pues nuestro Planeta está sufriendo por nosotros; debemos ponernos las pilas y empezar a cambiar el chip, es nuestra esperanza de vida, y tal como digo en mi cuento, debemos conseguir eliminar la nube gris que cubre la gran ciudad».
La inspiración de mi cuento fue por esa bonita acción que no olvidaré nunca, y que fue la de plantar un melocotonero. A día de hoy, mi abuelo se encuentra en mi corazón, pero también se encuentra en aquel maravilloso melocotonero que visito siempre que puedo. Te quiero dar las gracias, abuelo, por todo lo que me has enseñado y he aprendido a tu lado, pues tú has sido y sigues siendo ejemplo e inspiración para nuestra familia.
Así que no os olvidéis de compartir cómo a través de una semilla tan pequeña puede florecer un amor tan grande, porque como dijo Sam Levenson: «El juguete más simple, uno que incluso el niño más pequeño puede usar, se llama ABUELO».
Nayra Esteban.