Entró el doctor en el despacho en el que pasaba consulta los jueves por la tarde desde hacía más de 25 años, con varios sobres enormes en las manos. El Señor Rostropálido lo esperaba sentado al otro lado de su mesa, con sus manos apretaba y retorcía una boina de cuadros escoceses.
—¿Qué tengo, doctor? ¿Es grave? —balbuceó
—Verá usted, señor Rostropálido, después de la intervención a la que le hemos sometido, después de haberle abierto literalmente en canal, tenemos pruebas suficientes para corroborar lo que antes me temía… Tiene usted… una “duda”. Tiene usted una gran “duda” en la boca del estómago. Esa es la causa de todos sus dolores, de su tono de piel, de su falta de apetito y de todos los trastornos psicosomáticos que usted está padeciendo, e incluso es la causa de su extraño olor corporal. Créame, no veo una de éstas tan grande desde el año 93, en el que le extirpamos, por decisión de su marido e hijos, una “ilusión frustrada” a una señora de mediana edad. Era tan grande que tardamos 10 horas en limpiarle la zona alrededor del corazón, incluso se le había pasado a los pulmones… ¡Esa mujer llevaba más de 20 años viviendo con una “ilusión frustrada” en el corazón…!
—Pero, entonces… ¿tiene cura, doctor? ¿Voy a morirme? —volvió a preguntar Rostropálido mientras comenzaba a sudar. Alguien había aumentado 5 grados la calefacción central del Hospital Central.
—Pues, verá, no quiero engañarle, pero tampoco quiero que se “desespere”. A ver si va a ser peor el remedio que la enfermedad, (¡ja ja ja, ¡qué elocuente!, pensó), una “desesperación” no tratada sí que puede ser mortal en pocos meses… Como le decía, he visto todo tipo de casos, casos de metástasis en los que ya no se ha podido hacer nada…, el más traumático que se vivió en el hospital fue el de una joven bailarina…, no pudimos hacer más por ella, tenía metástasis por todo el cuerpo, una gran “falta de confianza en sí misma” se le había extendido hasta llegarle al cerebro. Pero no quiero que se alarme, también conozco muchos casos en lo que la enfermedad ha remitido, la cosa es cogerla a tiempo y tratarla de forma adecuada. Su caso es algo delicado, el tamaño de su “duda” es bastante grande y debe llevar ahí, a juzgar por el mismo, algo más de un año…
—¿Qué debo hacer, doctor? ¿Qué tratamiento he de seguir? ¿Será doloroso?
—Pues mire, voy a empezar por recetarle… —dijo mientras comenzaba a escribir sobre un block de recetas de la Seguridad Social – estas píldoras incitadoras a la elección y a la decisión. Tómese 2 al día y venga dentro de 2 semanas, si la “duda” de su estómago no ha empezado a remitir, entonces… lo siento, pero tendré que amputar… Su vida está en juego. Así que le aconsejo que medite durante estos días y encuentre usted el motivo de su “duda”, ya que sería de gran ayuda para su enfermedad que dejara de dudar y se decidiese a dar ese paso del que hablamos en nuestra “primera cita”.