«Cápsula del tiempo» la llamó tu madre, y me hizo enterrar esta caja de galletas en el macetero del pasillo. Espera, que le paso un trapo… ¿A ver cómo te queda la mascarilla? No era un juego fácil el adivinar si quien la llevaba sonreía o no. Había que aprender a mirar de nuevo a los ojos, y andábamos desacostumbrados con tanto móvil… Mira esta foto: la ciudad fantasma solo nos dejó música de pájaros y aplausos… ¿Esto? ¡Cómo que un simple cartón! Estaba destinado a ser el fósil del último rollo de papel higiénico de la Tierra… Ya sé que se dice «confinamiento», pero tu madre prefería «confintería» porque le sonaba más dulce, y aquí, ¿ves?, escribió: «Con-fin significa que no será para siempre». La verdad es que nunca vi tantos mayores indefensos como niños, ni tantos niños comportarse de repente como mayores. Lo que vino después me lo cuentas tú, que para eso lo has estudiado en el colegio y… ¡Qué va! Lo del fondo de la caja no son Coronavirus disecados, son polvorones resecos. Cosa de tu abuela, que los metió con la esperanza de que alguien se los acabara en el futuro… ¿Y sabes qué, pequeña? Eso, justo eso recuerdo, a pesar del dolor: el humor y la esperanza. De eso no nos faltó ni un solo día.
Sé el primero en escribir un comentario.