—¡Abuelito! ¡Abuelitooo…! ¡Cuéntame este cuento…!
—¡Ya voy…! Pues verás… Hace ya bastante tiempo, en marzo de 2020, empezaron a morir tantos hombres, mujeres, muchos de ellos ancianos, al entrarles por la nariz o la boca, un virus tan pequeño que se le llamó Coronavirus o COVID-19, y nadie lo veía. Si te tocabas la boca o la nariz, con las manos sucias, como era invisible, te lo dejabas pegado en ellas y… ¡no sentías nada! El muy sinvergüenza se colaba rápidamente dentro de tu cuerpo…
—¡Claro, y nadie se enteraba! ¿Y qué hacía cuando estaba dentro de la gente?
—Pues corría que se las pelaba hasta llegar a tus pulmones, y no te dejaba respirar. Un montón de gente falleció…
—¡Pues sabes lo que haría yo…? Cogería la manguera y me liaría a manguerazos con un chorro, ¡bien fuerte! por todos los lados. ¡Hasta dentro de casa…! Así se morirían esos virus que estuvieran cerca de nosotros…
—¡Tranquilo, hijo, tranquilo! La solución la encontraron los científicos que estudiaron el Coronavirus durante bastante tiempo, y por fin encontraron una vacuna, que al tomarla las personas enfermas se ponían buenas.
—¡BIEEEN! Abuelito, y tú te salvaste.