En aquellos días de arcoíris y fuertes aplausos en los balcones, la tía Lucía veía en la tele como muchísimas personas se dedicaban a ayudar a enfermos y mayores… Lucía admiraba su valentía, y deseaba ser como ellos. Ser una heroína.
Ella quería ayudar… ¿Qué podía hacer con tan solo seis años?
Por las tardes, hablaba con sus amigas por videollamada. Disfrutaban enseñando sus dibujos y manualidades que habían hecho por la mañana. Un día pintaron su clase, para recordar a sus compañeros. Lucía pensó qué estarían haciendo, en especial Luis y Paulina, que en el recreo solían jugar un poco solos.
¡Ya sabía cómo ayudar en esta catástrofe mundial! ¡Ofrecería su amistad a los niños que a veces están solos, tienen pocos amigos, y les da vergüenza jugar!
Propuso a sus amigas incluir a Luis y Paulina en sus videollamadas, pero ellas se pusieron nerviosas… tenían miedo de que sus juegos cambiaran y dejaran de ser divertidos.
Todas ellas querían ser valientes y ayudar a otros niños a divertirse. Eso les haría más grandes.
Con ayuda de sus padres lo consiguieron. Gracias a su valiente corazón, Luis y Paulina volvieron al colegio disfrutando los recreos con sus nuevas amigas. Nunca olvidaron aquel maravilloso regalo.