Que nos robaron los abrazos y los besos. Un día, un virus muy malo, que se llamaba coronavirus se los llevó. También el colegio y los parques. Nos tuvimos que quedar en casa sin salir ni ver a nuestros amigos.
¿Te imaginas? Queríamos salir a Jugar. Mamá dijo que había que sacar los poderes que teníamos para poder vencerlo. «¿Qué poderes?», le pregunté. «Estar unidos y luchar juntos. Hay que formar un equipo, el más grande del mundo», me dijo. Y así creamos el mejor ejército. Con todos los vecinos y con tres armas: la música, los aplausos y la solidaridad. Yo no sabía qué era eso de la solidaridad, pero supuse que era ayudarnos todos aunque no nos conociéramos.
Una noche, un niño gritó que habíamos encontrado al virus. Abrí la puerta y corrí al parque. Allí estaban mis amigos. Cuando regresé, mis padres me espachurraron y me dieron uno de esos besos sonoros que te hacen sentir especial.
Y mamá me dijo: «Lucía, mañana hay cole». Y yo grité mientras me metía en la cama: «¡Qué guay!», y canté la canción que venció al virus mientras escuchaba a mis amigos a lo lejos entonarla muy alto, para que el bicho se enterara de que jamás podría robarnos nuestros abrazos.