Covid-19 nació con el objetivo de multiplicarse, quería ir de mano en mano. Le gustaba que las personas nos juntásemos, porque así conseguía su objetivo. Decidieron dejarnos a todos en casa y así salvábamos vidas. ¿Sabes qué? Vi a Nazaret por internet, una sanitaria que me enseñó cómo teníamos que estornudar o toser. Tapándonos con el codo, como tú haces. De camino al súper me encontré con Mario limpiando la escalera, me pidió que llevase guantes al salir de casa, no quería que Covid-19 viniese. En el súper, Sergio, el dependiente, me dio desinfectante para las manos explicándome cómo tenía que lavármelas. Yendo a casa, María, la transportista, me dijo que nunca me faltaría de nada. Abriendo la puerta de casa escuché a Sara, la militar que estaba desinfectando las calles, me recordó que Covid-19 no llegaba si me quedaba en casa. Subiendo las escaleras, oí que a Pepa se le olvidó comprar el pan, le di una de mis barras.
A las ocho de la tarde todos salíamos a las ventanas a aplaudirles, Covid-19 se llevó a muchas personas, pero no contaba que en los momentos difíciles la humanidad es invencible, y al final Covid-19 se fue.
Sé el primero en escribir un comentario.