Querida nietecita, sencillamente pasó que el Universo se tuvo que recolocar. ¡La Tierra necesitaba respirar! Hasta ese momento, la mayoría de los habitantes de nuestro planeta no valoraba lo que teníamos. Solo les preocupaba competir con los demás, despreciaban a los que no eran iguales que ellos, no trataban bien a la Naturaleza. Se volvieron EGOÍSTAS y perdieron la EMPATÍA.
De pronto, un día el Universo habló: «Un bichito muy malo visitó nuestro Planeta y contagió a muchas personas, sobre todo a los abuelitos y abuelitas. Todo el mundo tuvo que permanecer en su casa sin salir, para que ese bichito no nos contagiara y se fuera cuanto antes».
—¿Y qué pasó, abuelitos?
—Que los últimos, empezaron a ser los primeros… Las personas a las que menos se les valoraba empezaron a ser los HÉROES de nuestro Planeta. Los que limpiaban las calles y las desinfectaban, los que abrían para vender comida, los camioneros que transportaban el alimento, los médicos que salvaban vidas… Y así, un sinfín de personas muy importantes que nadie conocía…
—¿Y qué pasó al final?
—Todo el mundo permaneció unido. El universo nos hizo entender que la EMPATÍA es el arma más poderosa que hay. ¡Y vencimos!