Pues llegó una enfermedad que quería quitarle a la gente los besos, los abrazos, estar en compañía de sus amigos… Y las personas de todos los países, con diferentes culturas, religiones… dijeron: No. Y decidieron luchar contra esa enfermedad, haciendo lo que nunca en la historia de la humanidad habían hecho: «Se unieron todos, y cada persona puso lo mejor de sí mismo».
Fueron unos días muy difíciles en los que también hubo gestos muy hermosos. No sé si te lo creerás, pero la gente salía a sus balcones a aplaudir, no a sus deportistas, si no a sus verdaderos héroes: a los sanitarios que arriesgaban sus vidas por salvar la de los demás.
Cuando vencimos a la enfermedad, la gente de todos los países, seguimos unidos y exigimos a nuestros gobernantes que dedicasen el dinero a lo que de verdad nos importa. Y claro, los gobernantes no tuvieron más remedio que darnos lo que les exigíamos: terminaron con el hambre, invirtieron mucho más en la ciencia de la salud, lucharon contra el cambio climático…
Todos recordaremos aquellos días como los que cambiaron a la humanidad, los días que nos abrieron los ojos para que valorásemos lo que de verdad importa.